Cada 15 de noviembre la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el Día Mundial sin Alcohol, una fecha que sirve para poner el foco y concienciar sobre las afecciones y daños físicos y psicológicos que ocasiona su consumo. Una fecha importante que refleja cómo esta sustancia – y su posible adicción – tiene un peso importante en el comportamiento humano. En una sociedad que banaliza y normaliza el consumo de alcohol es fundamental un recordatorio constante de sus implicaciones reales, muchas veces opacadas por sensaciones más “socialmente felices” como el entretenimiento.
Las alteraciones de humor, del estado de ánimo y del comportamiento del individuo que consume alcohol son evidentes, pero ocultan mucha más profundidad en cuanto a los problemas de su consumo. ¿Somos capaces de vislumbrar la implicación real de consumir alcohol de forma continua y descontrolada? Según la OMS, el alcohol es responsable, directa e indirectamente de casi 200 enfermedades y trastornos físicos y mentales. ¡Y muchas personas creen que solo puede ocasionar un poco de resaca!
No se debe olvidar que el alcohol es una droga psicoactiva y puede tener efectos nocivos en el cuerpo y el cerebro. Especialmente el daño que se produce en el hipocampo, que es una parte importante del cerebro involucrada en la percepción y la memoria, puede tener consecuencias especialmente graves para la salud mental.
Muchas afecciones como la depresión, la ansiedad, la bipolaridad, enfermedades hepáticas y cardiovasculares o incluso la esquizofrenia son trastornos mentales que, si bien no provocados directamente por el etílico líquido, sí se ven aumentados e intensificados debido al consumo del mismo. También está asociado con un mayor riesgo de accidentes, violencia y otros problemas sociales.
Quizá lo más peligroso del consumo de alcohol está “fuera” de la propia bebida, ya que lo que más riesgo conlleva es la normalización de su uso y consumo y la poca importancia que se le da a su abuso ya que se consume por personas de todas las edades, razas y regiones del mundo. Como ejemplo, todo el mundo pone el grito en el cielo cuando conoce que un familiar, amigo o compañero está consumiendo drogas duras o incluso tuerce el morro cuando hace uso de drogas “menos duras” como el tabaco; pero muchas de esas personas ven totalmente normal “el vaso de vino para comer, la cervecita después del trabajo o la copa tras la cena”. Este consumo de alcohol, que sí es controlado y limitado no supone un riesgo mayor, sí se convierte en un problema cuando es necesario para el desarrollo vital de una persona.
Es por ello de vital importancia que, si notas que tú mismo, o alguien de tu entorno, necesita el consumo de alcohol de forma continuada para “pasar el día” es importante buscar ayuda de un profesional y atajar la dependencia de esta sustancia antes de que sea demasiado tarde.